Ayer leí un artículo de Jaime Richart en Kaos en la Red, en el que nos habla del concepto de parresía yparresiastés, recordando el rastreo de Michel Foucault en la Literatura y Filosofía grecorromanas, para volver a meditar sobre la relación específica que tenemos y mantenemos a través de la edad con la verdad y la franqueza y, derivando esta meditación hacia la política de calle.
Parresía lo podemos traducir por franqueza, pero una franqueza costosa; es decir que acarrea un riesgo para aquel que la practica, el parresiastés.
Como la cabra tira al monte, yo tiro más al análisis íntimo de este riesgo. Ya lo abordé en entradas anteriores de este mismo blog cuando me pregunté en más de una ocasión por mi capacidad de comunicar lo que quiero, por el deseo de saber hacerme entender; por la necesidad en definitiva de utilizar un lenguaje menos descafeinado, que no siempre nos parapete tras el escudo de lo políticamente correcto. Y así lo sigo pensando.
A pesar del riesgo que implica y a pesar de los múltiples perjuicios sufridos por ejercitar la parresía, continuo sintiendo, como nos dice también Richart al final de su artículo, que a la muerte física la precede la moral cuando no se dice la verdad, sobre todo a uno mismo.
Cuando por motivaciones diversas_ que con el tiempo se llegan a diluir y a quedar en nada, hasta llegar a un punto que nos parecen inexistentes_ no nos atrevemos a decir la verdad por miedo al riesgo que conlleva, empezamos a morir; nos convertimos en meras sombras de lo que fuimos o pudimos ser. La verdad duele, claro que sí porque no todos estamos preparados para escucharla y, menos aún, para decirla. Expresar una verdad nos situa en el punto de mira de los que nos rodean, nos deja vulnerable ante ellos y autoriza de un modo u otro sus opiniones y ataques casi siempre desalmados porque la caridad personal con nuestros congéneres es una rara práctica; la empatía dificilmente visible y la buena disposición, para lo que nos llega de los otros, escasa.
Así visto el parresiatés es casi un suicida personal y social…una persona que además es valiente porque es capaz de ponerse en el ojo del huracán, pero también algo irresponsable porque es capaz de poner en jaque su tranquilidad interna y externa.